Luces de Bohemia 1
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Luces de Bohemia 1
Metrópolis Praga 19.02.07 Luces de Bohemia Lecturas a cargo de: Zora Šimůnková Sandra Castiñeiras José Camúñez Triguero Arturo Herrera Colmenero Elena Buixaderas Hanka Matochová Raquel Malpelo David Andrés Eva Kadlečková Klára Hálková Eufrasio Lucena Muñoz Lucia Majlátová Denisa Kantnerová Julián Teubal Actuación musical de: Sara Navarro y Mayim Alpert Luis Martín Santos (Marruecos 1924 - Vitoria, 1964) Fragmento de Tiempo de silencio De este modo podremos llegar a comprender que un hombre es la imagen de una ciudad y una ciudad las vísceras puestas al revés de un hombre, que un hombre encuentra en su ciudad no sólo su determinación como persona y su razón de ser, sino también los impedimentos múltiples y los obstáculos invencibles que le impiden llegar a ser, que un hombre y una ciudad tienen relaciones que no se explican por las personas a las que el hombre ama, ni por las personas a las que el hombre hace sufrir, ni por las personas a las que el hombre explota ajetreadas a su alrededor introduciéndole pedazos de alimento en la boca, extendiéndole pedazos de tela sobre el cuerpo, depositándole artefactos de cuero en torno de sus pies, deslizándole caricias profesionales por la piel, mezclando ante su vista refinadas bebidas tras la barra luciente de un mostrador. Podremos comprender también que la ciudad piensa con su cerebro de mil cabezas repartidas en mil cuerpos aunque unidas por una misma voluntad de poder merced al cual los vendedores de petardos de grifa, los hampones de las puertas traseras de los conventos, los aprovechadores del puterío generoso, los empresarios de tiovivos sin motor eléctrico, los novilleros que se contratan solemnemente para las capeas de los pueblos del desierto circundante, los guardacoches, los recogepelotas de los clubs y los infinitos limpiabotas quedan incluidos en una esfera radiante, no lecorbusiera, sino radiante por sí misma, sin necesidad de esfuerzos de orden arquitectónico, radiante por el fulgor del sol y por el resplandor del orden tan graciosa y armónicamente mantenido que el número de delincuentes comunes desciende continuamente en su porcento anual según las más fidedignas estadísticas, que el hombre nunca está perdido porque para eso está la ciudad (para que el hombre no esté nunca perdido), que el hombre puede sufrir o morir pero no perderse en esta ciudad, cada uno de cuyos rincones es un recogeperdidos perfeccionado, donde el hombre no puede perderse aunque lo quiera porque mil, diez mil, cien mil pares de ojos lo clasifican y disponen, lo reconocen y abrazan, lo identifican y salvan, le permiten encontrarse cuando más perdido se creía en su lugar natural: en la cárcel, en el orfelinato, en la comisaría, en el manicomio, en el quirófano de urgencia, que el hombre –aquí- ya no es de pueblo, que ya no pareces de pueblo, hombre, que cualquiera diría que eres de pueblo y que más valía que nunca hubieras venido del pueblo porque eres como de pueblo, hombre. Enrique Lihn (Chile 1929-1988) Market Place Cirios inmensos para siempre encendidos, surtidores de piedra, torres de esta ciudad en la que, para siempre, estoy de paso como la muerte misma: poeta y extranjero; maravilloso barco de piedra en que atalayan 1 Luces de Bohemia los reyes y las gárgolas mi oscura existencia. Los viejos tejedores de Europa todos juntos beben, cantan y bailan sólo para sí mismos. La noche únicamente, no cambia de lugar, en el barco lo saben los vigías nocturnos de rostros mutilados. Ni aun la piedra escapa -igual en todas partes- al paso de la noche. Arturo Sánchez Velasco (Castellón, 1974) Escena de Ventana Habitación B Ventanas abajo. Administradora sentada delante de una ventana, escucha elprofundo silencio. Mira a Francotirador. Francotirador se incorpora. FRANCOTIRADOR.- ¿Sí? ADMINISTRADORA.- ¡Sss! ¿Has visto? FRANCOTIRADOR.- (Pausa.) Qué. ADMINISTRADORA.- La ventana. La calle. FRANCOTIRADOR.- No veo nada. ADMINISTRADORA.- Precisamente. El tránsito ha cesado de repente. Hace un momento se oían docenas, miles de coches circulando a la vez por toda la ciudad. Y ahora, de pronto, nada. Todo silencio. FRANCOTIRADOR.- Sí, lo oigo. Quiero decir, no lo oigo. Pero no me parece tan extraño. Seguramente habrán coincidido los semáforos de ambas direcciones en ponerse en rojo y por eso no pueden circular, ni en una ni en otra dirección. ADMINISTRADORA.- Ya, seguramente. Pero era algo inquietante, como si no sólo los semáforos de esta calle, sino los de toda la ciudad se hubiesen puesto de acuerdo y hubiesen cambiado al rojo en el mismo instante y, a partir de ese momento, en la mayor conjuración jamás tramada, el mundo se hubiese parado totalmente. A nadie se le podría ocurrir saltarse un semáforo en una ciudad donde multan hasta por dejarse el motor encendido. De modo que el mundo ha quedado paralizado, quién sabe hasta cuándo, hasta qué caprichosa orden de la Dirección de Tráfico devuelva la normalidad. Francotirador se levanta hasta la ventana. FRANCOTIRADOR.- Pasan los coches. ADMINISTRADORA.- ¿Ya no están en rojo? FRANCOTIRADOR.- No, ahora son los coches los que iluminan de rojo la oscuridad. Se van ca- 2 lle arriba y dejan la estela de sus pilotos traseros. Como estrellas que se alejan. ADMINISTRADORA.- (Sonríe.) ¿Cómo estrellas? FRANCOTIRADOR.- Sí. Estrellas que se van. A las estrellas, igual que a los trenes o a las bombas, las delata el movimiento. Un tren que se acerca envía sus ondas de sonido muy cerca unas de otras, por eso su sonido es más agudo que el de un tren que se va. ADMINISTRADORA.- Por eso las bombas traicionan a quien las lanza avisando con un silbido a los enemigos. FRANCOTIRADOR.- Algo así. Y las estrellas, igual, pero con el color. Cuando una estrella se acerca a la Tierra con una velocidad relativamente cercana a la de la luz, la frecuencia de ondas es mucho mayor. Es como si cuando nos llegara la imagen de la estrella en el espectro de luz, la siguiente percepción ya estuviera encima, y la siguiente después. Como si la emisión se saturase. De ahí que las ondas de la luz alteren la percepción y se vean de un color azulado tendiendo al violeta. ADMINISTRADORA.- Y lo mismo para las que se alejan. FRANCOTIRADOR.- Bueno, al revés. Por eso en vez de azules se ven rojas. ADMINISTRADORA.- Como los coches. FRANCOTIRADOR.- Como los semáforos. ADMINISTRADORA.- Eso explica muchas cosas. FRANCOTIRADOR.- Pues claro, ya te lo he dicho. ADMINISTRADORA.- Eso explica que un tren que se aleja nos parezca de color rojo. FRANCOTIRADOR.- No, creo que te equivocas. ADMINISTRADORA.- Y uno que viene sea azul. FRANCOTIRADOR.- La velocidad de los trenes es demasiado pequeña como para alterar la percepción del color. ADMINISTRADORA.- Aunque vaya a trescientos kilómetros por hora. FRANCOTIRADOR.- Eso no es nada comparado con la velocidad de la luz. ADMINISTRADORA.- Claro, pero aun así, yo distingo un tren que se va ligeramente más rojo que uno parado o uno que se acerca. FRANCOTIRADOR.- ¿Hablas en serio? ADMINISTRADORA.- ¡Sí! Ayer, por ejemplo, estaba en el andén del metro y un tren aceleraba rápidamente. De pronto, lo veía rojo. FRANCOTIRADOR.- Te creo, te creo. ADMINISTRADORA.- O esta mañana, era al revés, era yo quien subía en un ascensor. Miraba abajo y todo me parecía rojo. Las puertas rojas. La escalera roja. El pasamanos. Un hombre de color rojo. FRANCOTIRADOR.- Es algo normal. ADMINISTRADORA.- Entonces no sabía que se debía a ese fenómeno, pero aun así me he dado cuenta de que era por el distanciamiento. He pensado si era yo quien se alejaba o era él. FRANCOTIRADOR.- No eres la única. ADMINISTRADORA.- ¿Cómo debía de verme él a mí? FRANCOTIRADOR.- Eso explica lo que dicen las personas que ven el futuro. ADMINISTRADORA.- Eso explica que haya personas azules y personas rojas. FRANCOTIRADOR.- Que distinguen las visiones de sus recuerdos por el color. ADMINISTRADORA.- Las que vienen, las que van. FRANCOTIRADOR.- Incluso quienes no tienen poderes notan el tono rojizo de sus recuerdos. ADMINISTRADORA.- Les miras a los ojos y los reconoces, por su color. FRANCOTIRADOR.- Piénsalo. ADMINISTRADORA.- ¿De qué color debo ser yo? FRANCOTIRADOR.- Piensa en tu casa. ADMINISTRADORA.- ¿Qué? FRANCOTIRADOR.- Piensa en tu casa. ADMINISTRADORA.- ¿Mi casa? FRANCOTIRADOR.- Sí, tu tierra. Tu madre, tus hermanos. (Pausa.) Piensa. ¿No los ves de color rojo? ADMINISTRADORA.- No los veo. FRANCOTIRADOR.- ¿Cómo no los vas a ver? ADMINISTRADORA.- No recuerdo nada. FRANCOTIRADOR.- ¿No tienes ningún recuerdo? ADMINISTRADORA.- Tal vez sea amnésica. Aunque tengo muy buena memoria. Recuerdo perfectamente todo lo que he hecho hoy. Las habitaciones que he limpiado con los detalles que van cambiando con los nuevos inquilinos, Luces de Bohemia como los nombres, las caras, las camisas sobre las sillas, las marcas de dentífrico o aftershave. Incluso recuerdo lo que pensé ayer, cuando me levanté y dije joder está lloviendo, cuando comí y pensé en qué pena no haber echado lentejas en agua el día anterior porque era lo que me apetecía, cuando revisé el álbum de fotos de novios y lo busqué en la habitación pero no estaba. Entonces pensé en todas las veces que nos faltaba tiempo y sin embargo seguíamos... (Pausa.) Anoche cuando encontré tu mano. (Pausa.) ¿Crees que soy amnésica? Separados, cada uno en su ventana. Se miran. Resplandor rojo sobre Administradora que le llega desde la ventana. Francotirador coge su maletín y sale de la habitación. Administradora ignora su ida. Oscuro Zora Šimůnková (Praha, 1965) Tramway Ta holka byla vážně podobná Anetě L. Smůla byla, že stála asi v polovině vozu a já úplně vzadu, přiskřípnutý nějakou tlustou madam se dvěma taškami. – Mladej, nech toho, já za tři stanice vystupuju, uzemnila mě, když jsem se pokusil uniknout z jejího sevření a k tý holce, Anetě L., jak jsem věřil, se dostat blíž. Dobíhal jsem tramvaj, a proto jsem se vecpal až dozadu. To byla smůla, přijít včas, v pohodě bych nastoupil prostředními dveřmi spolu s Anetou. Musela to být ona. Znal jsem ji dobře z televize a nemohl se splést: druhá taková holka pro mě nebyla. Je pravda, že jsem dobíhal jen proto, že jsem ještě coural s Dvořákovou, ale to byla nouzovka. A přitom jsem svoje šance odhadoval reálně: proč by měla stát zrovna o mě, určitě má kolem sebe kluků…Napsal jsem jí dopis do fan klubu, ale neodpověděla. Nějaká úplně cizí holka mi jen poslala přihlášku, ale to jsem nechtěl. Tramvaj se naklonila a začala hrkat do kopce. Ještě půl kilometru a madam vystoupí. Drtila mi nohu ohromnou krabicí pracího prášku a zbytek těla knokautovala děsnou voňavkou. Konečně vypadla a já měl volnou cestu. Jak se to vezme, volnou cestu, tramvaj byla narvaná jako v pátek odpoledne. Ale probojoval jsem se až k tyči. Na další stanici bych normálně vystoupil, ale dneska jsem se rozhodl jet s Anet dál. 3 Luces de Bohemia Lidi se tlačili ke dveřím, já vlál v davu a rval se doprostřed tramvaje. Konečně všechny maminy s kočárky vylezly a cesta k Anetě byla volná. Dívala se na všechny strany, asi nevěděla, kde má vystoupit. Našlápl jsem si, že jí poradím, už jsem byl skoro tam, a v tom jí zazvonil mobil. Sedl jsem si na nejbližší volnou sedačku a dělal jakoby nic. - Z důvodů havárie na trati odbočuju na Pažitkovu, zachrchlal řidič do mikrofonu. Zpozorněla: – Moment, řekla do telefonu a pak se naklonila ke mně: - Co říkal, prosímtě?, zeptala se. Chlápek vedle byl rychlejší: - Odbočuje napravo na Pažitkovu. – Díky, usmála se na něj a zase začala telefonovat. S chutí bych ho byl nakopl, mě se ptala! Navíc sotva zvedl hlavu od novin, vůbec nevěděl, s kým mluví! Tramvaj projela okolo kiosku s novinami a zastavila. Vystoupil jsem hned za Anetou, právě dotelefonovala. Nikdo nikde, jen trafikantka a ten děsnej chlápek, co odpověděl místo mě, nikdo neuvidí, jak se ztrapním. Četla si tabulku s jízdním řádem. Jak jsem docházel k ní, pruhy na její šále se zvětšovaly, až…těsně vedle přistál mercedes a ohodil mi nohavice blátem. Někdo zevnitř otevřel dveře, Anet nastoupila a odjela. A já tam stál zase jako blbec. Poselství v láhvi Už je to dávno. Po vášnivé noci vracela jsem se domů jednou ráno: z Malé Strany šla jsem přes Karlův most. Od věže k věži než jsem přešla, mé tělo sklaplo Knihu návštěv, slastně se protáhlo a řeklo: DOST. Bylo mi 18 a ten vzkaz jsem ještě neuměla číst. Dnes vím, že znamenal: Když srdce hladoví, alespoň já dostalo jíst. 4 Madona z Karlína Madona z Karlína cínový svícen zhasíná pak těžkou rukou láme voskovici. Až dosud byla zády, teď otáčí se lící. V jako tér černých očích má dálku, snad železniční trať... Poklekám, štěkne požehnání: -Teď koukej zaplatit. A pak se ztrať!!! Duben ve Stromovce Toužící Jaro čekalo, až slunce vpadne do Stromovky: vysušit meze, zahřát lavičky... A slečnám... stehna roztáhnout, jak broučkům bílé krovky... José Navia, (Colombia, 1959) Fragmento de El lado oscuro de las ciudades Una noche en la Jiménez con décima El muchacho aparece de repente en la puerta de la caseta policial. Está pálido, jadeante. Tiene el cabello y la ropa empapados por la llovizna menuda que cae desde la media noche sobre el centro de Bogotá. … El recién llegado señala hacia su izquierda. Las palabras le brotan atropelladas: “Allí hay un chino que se las pica de matón y quiere darme con una navaja”. El uniformado se acomoda la correa de la escopeta y sale hacia la esquina de la avenida Jiménez con carrera décima donde, a esa hora, las 5:15 de la mañana, comienza a reavivarse el tráfico de vehículos. … Por el lugar deambulan unas 50 personas. Otras se bajan de los buses, cruzan las vías con un trote corto y se trepan a la carrera en otros vehículos. Bajo las salientes de los edificios, los “ñeros” se protegen con plásticos y cobijas viejas. El policía camina hasta el borde del andén y pregunta: “A dónde está?” El muchacho, que parece haber bebido más de la cuenta, señala hacia el otro lado de la avenida donde varios hombres se mueven muy cerca de la esquina. El lugar está semioscuro, pues a las cinco de la mañana comenzó el racionamiento de energía en el costado norte de la avenida Jiménez. … La acción policial es apenas una, y no la más notoria, de las actividades que convierten a la Jiménez con décima en la esquina más agitada del centro de Bogotá durante las 24 horas. El movimiento nocturno comienza después de las siete u ocho, cuando los vendedores ambulantes guardan sus cachivaches en carros esferados y algunos “ñeros” buscan sus “cambuches” para protegerse del frío, chupar pegante o fumarse un basuco. … Después de las ocho, se apagan las grabadoras en los puestos de casetes, se encienden las brasas de las parrillas de arepas y chorizos, y uno que otro indigente cuenta las ganancias del día. Es la misma hora en que el café Granada apaga las luces blancas y suspende la venta de tinto y aromática. El lugar, ubicado en un sótano, con una franja de trozos de espejo pegados en la pared, queda sumido en una penumbra rojiza en medio de la cual deambulan mujeres de minifalda, pantalones de licra y blusas ajustadas. … Cruzando la avenida Jiménez, a la entrada de otro sótano, un portero de casaca roja anuncia que “el show’ ya va empezar”, y señala las fotos de mujeres semidesnudas pegadas sobre una cartelera. Basta comprar una cerveza de 500 pesos para apreciar una sesión de strip tease. El salón, de aspecto sórdido, huele a cigarrillo, humedad, cerveza y ambientador barato. … Afuera, en medio del frío de las once de la noche, “ñeros” y ladrones calibran a sus posibles víctimas. Ocho vendedores de caldo remueven con sus cucharones las grandes sartenes sobre estufas de cocinol y alinean los huevos cocidos y las presas de gallina sobre bandejas de madera. … A las tres y media de la mañana las calles están semidesiertas … A las cuatro de la mañana dos muchachos pasan corriendo por la Jiménez con dirección a San Victorino. Un hombre de unos 25 años los per- Luces de Bohemia sigue con una navaja en la mano. El hombre, a pesar de su borrachera, se detiene en la esquina, mira en círculos, camina tambaleante, esgrime amenazante la navaja e insulta a las personas que toman tinto en una caseta que atiende las 24 horas. Luego cierra el arma, la guarda en un bolsillo del pantalón y se devuelve por la carrera décima, hacia el norte. El hombre es un candidato para otra de la trampas que acechan a los borrachos: “Las tomaseras”. Son mujeres jóvenes, insinuantes, que abordan a sus victimas fingiendo estar perdidas y se hacen invitar a tomar algo. Eso es lo último que recuerdan los “clientes”. … Los policías, que cumplen turnos de seis horas, reciben, además, unas 20 ó 30 quejas de todo tipo durante las 24 horas. A veces también llegan hombres semidesnudos y sin zapatos que han sido atracados en los alrededores. Esta madrugada le tocó el turno al empleado de una ferretería. … Dos hombres le pusieron un cuchillo en el cuello y se le llevaron la chaqueta, el reloj, la cartera y algunas monedas. A las cinco de la mañana los vendedores de caldo comienzan a guardar sus peroles y a descolgar las bombillas. Una hora después, las dos avenidas están congestionadas, los “ñeros” duermen y los borrachos esquivan carros. Llegan las vendedoras de jugo de naranja y huevos de codorniz y un enjambre de personas que viven del rebusque. Cuando estos se instalan comienza otro mundo. La calle se convierte en un espacio donde para ganar hay que estar en la jugada. Irene Sánchez Carrón (Navaconcejo, Cáceres 1967) Personaje a punto de cruzar la calle Qué nostalgia infinita nos acecha ahora que las ventanas sólo son rectángulos vacíos de cristal y madera contra la densa niebla de la tarde y el otoño ha llegado tras esa larga enfermedad que es el verano. Qué pobre este ahorrar para luego sin saber para cuándo, 5 Luces de Bohemia y que las cosas ya no sean, sólo sirvan, y que se cierren puertas para siempre, y marcharme con lo que quise haber dicho entre los labios y cruzar la avenida cuando cambien a verde los semáforos. Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948) La ciudad presentida Ivan Wernisch (Praha, 1942) To víte, malé město je malé. Je těsné, ani rozmáchnout se v něm pořádně nemůžete, takže facky zde padají mírně, nijaké, i když třeba máte na souseda takový vztek, že byste ho nejraději zabil, dostane od vás jen herdu či štulec – nezbude vám nakonec nic jiného, než se naň dobromyslně čili přátelsky usmát. La ciudad los ungió con las luces del alba y extendió ante su asombro el viejo laberinto de sus calles. Traspasaron el umbral de la mañana. Los ojos se habituaron pronto a la belleza de este día. Porque en otro lugar y en horas menos plenas supieron intuir lo que ven hoy: ese reloj que hace vibrar la plaza cuando deja caer trozos de tiempo sobre el mundo, el rincón soleado donde un hombre muy viejo vende objetos inútiles y hermosos... Ellos saben muy bien que las cosas que crecen bajo este cielo ajeno no son suyas. Y querrían tenderse para siempre sobre la hierba del verano y engañarse olvidando lo que fueron antes de estar aquí, antes de haber vivido de acuerdo con la vida, con arreglo a la luz. Vladimir Holan (Praha, 1905-1980) Kampa Do těchto uliček nechodí na návštěvu zvyk, a proto nevyvolávají stejný dojem. Do nich se zabloudí a jsou to ony, kde stále ještě plynové lampy ozařují dlažbu jaksi právě navlhlou, a to bud noční rosou, nebo močí opilců… Uličky, kde stíny stínů, vržené kopuletými zdmi, pokoušejí se ne o děj, ale o výjev, který jakoby překvapoval je samé… Vhodná chvíle, kdy nevíš, co přijde pak… Mario Bendetti (Uruguay, 1920), Esta ciudad es de mentira 6 Luces de Bohemia No puede ser. Esta ciudad es de mentira. No puede ser que las brujas sonrían a quemarropa y que mi insomnio cruja como un hueso y el subjefe y el jefe de policía lloren como un sauce y un cocodrilo respectivamente no puede ser que yo esté corrigiendo las pruebas de mi propio elogiosísimo obituario y la ambulancia avance sin hacerse notar y las campanas suenen sólo como campanas. No puede ser. Esta ciudad es de mentira. O es de verdad y entonces está bien que me encierren. Rafael Reig (Cangas de Onís, Asturias, 1963) Fragmento de Sangre a borbotones Piensan que pronto, en otra tierra, lejos, cuando de nuevo vuelvan a sus viejas costumbres y otra vez el invierno los habite y los venza, recordarán, oscuros, este sol, este sueño de libertad que quiso regalarles la vida. Pero deciden aplazar las sombras. Ahora no dicen nada. Están aquí. Se miran. La mañana transcurre. Y son dichosos. No puede ser. Esta ciudad es de mentira. No puede ser que las palmeras se doblen a acariciar la crin de los caballos y los ojos de las putas sean tiernos No puede ser. Esta ciudad es de mentira. No puede ser que nadie sienta rubor de mi pereza y los suspiros me entusiasmen tanto como los hurras y pueda escupir con inocencia y alegría no ya en el retrato sino en un señor no puede ser que cada azotea con antenas encuentre al fin su rayo justiciero y puntual y los suicidas miren el abismo y se arrojen como desde un recuerdo a una piscina. como los de una Venus de Lucas Cranach no puede ser que el viento levante las polleras y que todas las piernas sean lindas y que los consejales vayan en bicicleta del otoño al verano y viceversa. Frente a mi ventana se alzaba la siniestra pirámide de Chopeitia Genomics, el edificio más alto de Europa y el mejor protegido del hemisferio. Acodado en el alféizar, veía los veleros amarrados en el puerto y el transbordador de bicicletas que unía Génova con Goya. El Canal Castellana atravesaba la ciudad de norte a sur y ya se había convertido en la principal vía de comunicación entre el centro y el resto de la península. También era el lugar apropiado para depositar a los sabihondos, los entrometidos, los deudores y los bocazas, todos con sus correspondientes zapatos de cemento. La policía lo dragaba cada pocos meses, lo que resolvía aproximadamente la mitad de los casos de desapariciones que teníamos pendientes. Aguas arriba se encontraban los puertos depor- tivos de los chalets de los Recintos; Aravaca, Pozuelo, Puerta de Hierro: viviendas blindadas y jardines con estanque, como la de Cristina y el vil valenciano, donde estaba mi hija. Hacia el sur la ciudad latía como una herida infectada. Casi podía sentir la inflamación, la fiebre y el olor a pus, dulce y deletéreo, brutal y embriagador como el de las orquídeas o el de la carne que se descompone. Los días claros columbraba el muelle de carga de Puerto Atocha, las esqueléticas grúas y la sombra de la alambrada del primer Precinto, donde los adictos esperaban a la muerte y trataban de entrar en calor quemando neumáticos. Daban verdaderas ganas de beber: no digo más. 7 Luces de Bohemia Jaime Labastida (México, 1939) Ciudad bajo la lluvia Mira cómo, desde este exilio de cemento, se extiende la ciudad, a nuestras plantas. De aquí partían los mercaderes rumbo a [España. Mira el humo en aquellas azoteas, el resplandor del sol en los tinacos, aquellas sucias fábricas a plomo. Mira el papel que cae desde un alto edificio: pájaro que ablandara sus alas. Encabritadas garras afilando, águilas junto al cielo se desploman. En este oscuro cuarto un pedazo de historia se fabrica; en aquel otro, un hombre sueña con mujer pero en su lecho sólo la luna abraza sus muslos y torso. Huele la lluvia. Mira cómo de la tierra asciende ese pesado olor del protoplasma. Mira caer cenizas, polvos y desgracias. Mira cómo las lluvias construyeron los albañales de los aledaños. Mira cómo la lluvia cae sobre los pájaros y cómo los hombres, trapos sacudidos, oscilan por una ráfaga de viento, a la luz de ese único relámpago. Su rostro es una bronca blasfemia. Mira cómo el cielo resplandece en mitad de la [noche, cómo las estrellas se desgañitan de luz. Mira cómo esta mugre tierra estalla y trastorna su sol que la corteja y corre luego entre pezuñas de asnos. Vé como abandona la tierra estos lugares dejando a ciertos hombres sin su antípoda, colgados de sus dientes, al vacío. Y el cielo desploma su ceniza, la facilidad de la muerte. Es la ciudad de México, que anuncia su verano 8 Jaroslav Durych ( Hradec Králové, 1886 – Praha, 1962) Fragmento de Plížení a pouti Někdy je lépe, nemá-li člověk dosti peněz a času aby viděl, co by chtěl, a je-li nucen spokojiti se tím, co mu přijde do cesty. Chtěli jsme jeti do Salamanky, ale spočítavše své dollary, prozkoumavše španělský jízdní řád a zadumavše se nad kalendářem, smířili jsme se s návratem do Francie. Večer před odjezdem z Ávily, hleděli jsme ještě z krásné galerie královské koleje Svatého Toméše na město na kopci. Svítily tam ojedinělé elektrické svítilny, které nejmladšího z nás uváděly v extasi; byla to poslední noc ve Španělsku. … „To Španělsko je ve všem grandiosní,“ pravil nejmladší; „podívejte se jen na ty reflektory!“ Chtěl jsem už říci: „Hm, to my u nás v Olomouci …“ , ale napil jsem se jen vína a mlčel jsem. Pak tedy přijel náš vlak. Ve třetí třídě španělských vlaků je cestování přesmutné i lidem sedícím. Tím větší nostalgii vzbuzuje toto cestování, vidí – li člověk, že bude šest hodin státi na špičkách, přitlačen k stěně. Mimo to, Madriďané jeli k moři, a jejich robátka se bavila pláčem a řevem. Ženy byly dosti neúhledné a nebylo lze nalézt jiné útěchy než ve vzpomínkách veselých a v pohotovosti vtipu. Některé ženy zpívaly též hlučně, zdlouhavě, a truchlivě. Zkroušení španělští četníci chodili po voze sem a tam a šlapali nám na nohy. A přece jsem vydržel smát se až do čtyř hodin. Pak nejmladší a nejnadšenější zasyčel. „To je strašné!“ „Nu? To je skandál, v tom Španělsku, takhle zacházet s cestujícími.“ Xabier Puchades (Valencia, 1973) Escena de Ácaros Interior del taxi. TAXISTA. Le propongo un juego. No se ponga nerviosa, es muy sencillo. Como en los concursos de la tele. Sólo tiene que decir sí o no, sólo eso, sí o no. Si acierta, premio. Si no acierta, le aplaudo y otra vez será. La pregunta es la siguiente: ahora puedo girar hacia la izquierda o hacia la derecha, ¿qué calle prefiere? Píenselo bien antes de contestar. Está bien, le daré pis- tas. Si giro a la derecha llegamos antes: el viaje le resulta más barato, pero la vista es peor. Si elige la derecha: yo pierdo dinero, pero la vista es mejor. Soy el único que realmente se arriesga. ¿Me oye? ¿Lo está pensando? ¿Usted piensa así? Desde que entró no ha quitado los ojos de la ventana... Lo comprendo, de verdad. Es imposible no admirar nuestra ciudad, la construyeron para no dejar de mirarla. Y me gusta, me gusta mucho que mis clientes disfruten del viaje... Así que disfrute, disfrute... disfrútelo... Pero contésteme: ¿Derecha o izquierda? El semáforo se va a poner en verde... ¿no? Verde. Bueno, da igual, me dejo ganar. Yo soy así, siempre me dejo ganar. Un pedazo de pan a mi lado no es nada, nada... ¿Me oye? De todas formas, estoy pensando que podría cobrarme de algún modo el dinero que pierdo... ¿No es cierto? ¿Qué le parece un beso? Sólo uno. Un beso aquí, ¿me ve? Es justo. En la boca. ¡Deje de mirar por la ventana! Va a gastar la ciudad con esos ojos tan abiertos. Escuche. Usted me da un beso en la boca y se ahorra unos euros. ¿Qué le parece? Es justo. Un beso por unos euros, por ahí afuera hay mujeres que cobrarían menos. ¿No se decide? Ya, yo también me lo pensaría, porque puedo morderle los labios. Me gusta mucho morder los labios, mucho. Mi mujer se muerde los labios y se come las uñas ella sola. La verdad, no sé cómo he podido estar tanto tiempo con ella. ¿Sabe? (Tose asmáticamente). No me mire así, ¿está asustada? Deje el cristal, se romperá las uñas. Soy incapaz de hacer daño a una mosca. Sé perfectamente que usted no es una mosca, pero aunque lo fuera, no le haría nada... En verano sí... El taxi se llena de moscas, y eso que lo llevo siempre cerrado. Imagínese, mi taxi lleno de moscas... Yo, que no puedo tener la boca cerrada. Seguro que no había subido a uno así, tan limpio. Da gusto subir a vehículos así de limpios, sin una mota de polvo. El polvo es un terrible foco de infección. (Tose) No haga eso en el cristal, es molesto. Antes bromeaba. ¿Le parezco jocoso? Mi mujer dice que lo soy, divertido no, jocoso... ¿Qué pasa ahora? ¡Vaya! Están de obras, pues por aquí no podemos ir, señorita. Iremos por otro sitio, damos un poco más de vuelta pero da lo mismo. No se preocupe, no le pienso cobrar más... Luces de Bohemia Esteban Salinero (Chile, 1972) Fragmento de La capital de Reich En su devenir tricolor imperial las banderas flamean ingenuas, torpes y espantan con la pezuña el fétido mosquerío [ciudadano. Inocuas, ventilan en su devaneo los aires del [poder para que fluya entre las calles, para que la ley se presuma conocida por todos, para que no nos olvidemos de los vivos y a veces, sólo a veces, de los muertos que hizo [subir al cadalso Habitar en este cemento agrio en este suelo sucio y mil veces pisoteado. Habitar, sobrevivir, jamás vivir aquí. Alentarse a cada paso en calles de construcciones neorientales, yanquimente arribistas, en cuyos ventanales de espejos no puedo ver mi reflejo de vampiro ni siquiera a plena luz del día. ... Yo huyo por los subterráneos, por los pasajes bajo techo, el sol acá quema más de la cuenta, y la noche es siempre más oscura. Busco en las vitrinas al menos un lirio [ejecutado husmeo en los ascensores en busca de una dosis de silbidos Ardo en sudores, me esfuerzo en kioscos, me redimo en los cines, escupo en las mansiones y me duermo entre el ruido celestial de los [microbuses, el grito de un acuchillado, el neón que entra por mi ventana, el último suspiro antes de mi benzodiazepínico [oriente eterno. José Camúñez (Sevilla, 1981) Praga Praga no deja de ser un sueño que nunca termina porque nunca llega a hacerse totalmente realidad, y es que el suelo de Praga también tie- 9 Luces de Bohemia ne un sabor bastante amargo cuando tras una derrota parece que el mundo se acaba, todas las calles se vuelven oscuras y éste es ese lugar donde al filo de la navaja todos miran hacia otro lado. Pero no, es un engaño, al día siguiente el cabrón del sol vuelve a salir por el mismo lado de siempre sin importarle un carajo tus derrotas, ni tus sueños, ni las miradas que no recibes, ni cada segundo que ella no piensa en ti. Al día siguiente la luz vuelve a entrar por la ventana de cualquier habitación que no es la tuya pateán- dote las costillas para que abras los ojos, y veas... que detrás de este telón de los sueños, sigue lo más esencial, la fe en uno mismo, y que cada vez que te levantas el cielo de Praga se vuelve más gris, y las gotas de lluvia infame te refrescan a golpecitos el alma. Después de haber prostituido tus sentimientos al mejor postor, sólo te queda la ilusión de poder pensar, aunque erróneamente... que pudo haber sido. Martín López-Vega (Llanes, Asturies, 1975) Dientro de les ciudaes Dientro de les ciudaes creamos la nuesa ciudá Como un organismu que creciere dientro d’otru Parasitándolu Faciéndolu reventar hasta alcontrar el propiu espaciu La nuesa ciudá acaba por asesinar a les otres ciudaes Les ciudaes nun esisten, non colos nomes colos que les conocemos HelsinkiBarcelona New York Porto Esiste más bien La ciudá d’Arno Hulden La ciudá de Marta ¿cómo s’apellidaba? La ciudá de Suzanne Vega La ciudá de Clara Meira, la d’Agustina Bessa-Luís Ciudaes que tán tan cerca, que nacieran de la mesma ciudá que la nuesa, que yá nada tienen que ver con nós Ciudaes nes que se suaña col bambú que crez nel Oriente Ciudaes nes que dalguién s’acerca nuna parada d’autobús na nueche y entruga: «¿Tienes llume?» Ciudaes en fin distintes Ciudaes Malapenes nuna cosa se paecen: en toes elles hai dos estaciones, La de los trenes reales La de los trenes suañaos Les dos son iguales Namái hai nelles trenes abarrotaos de pantasmes 10 Andrés Molinari (Cástaras, Granada, 1951) Un minuto por delante, todo un minuto PERSONAJES AGUJA HORARIA o pequeña. Puede ser gordita y baja de talla, tal vez anciana e ir con bastón, hablará muy despacio y no se mueve en todo el rato. AGUJA LARGA o MINUTERO. Esbelta pero no muy delgada, puede ir con tacón alto. Su movimiento será mínimo, solo un paso en toda la obra, pero perceptible. SEGUNDERO. Aguja fina y rápida. Irá con zapatillas y atuendo ligero, corre todo el rato, entre deportiva y militar. ESCENA ÚNICA La acción en la esfera de un reloj. Tardará exactamente un minuto. SEGUNDERO. (Continuando su marcha perpetua.) Tengo un minuto por delante. Todo un minuto. ¡Cuánto tiempo! MINUTERO. Un minuto se pasa volando. Ya llevas gastados tus primeros cuatro segundos. HORARIA. Mira la deportista, la creída esa. Piensa que va a algún sitio. Tanto girar y girar sobre la esfera de este reloj. Llegará a las doce y tendrá que volver a empezar. SEGUNDERO. Estoy segura de que completaré esta vuelta. Y mil más. No puedo pararme a saludaros, me perdonáis... MINUTERO. ¡Qué envidia! Tu movimiento al menos se nota. Pero el nuestro... SEGUNDERO. Sin embargo es a vosotras a las que miran para saber la hora. En mí no se fija nadie. A mi sólo me miran para saber si el reloj anda o está estropeado. HORARIA- ¡Qué ironía! ¡Andar el reloj! Cuando, en realidad las que andamos somos nosotras. Bueno... vosotras más que yo. (Hace patente su inmovilidad.) SEGUNDERO. Pero si nos paramos dicen que el reloj se ha estropeado. Nadie piensa que el tiempo se ha detenido... o que nos gusta con templar el paisaje. MINUTERO. (Algo pedante, poética.)... Ese corazón de acero o de cuarzo, oculto tras la esfera del reloj... es el tiempo el que nos mueve... ¿O somos nosotras las que movemos al tiempo hacia adelante? Luces de Bohemia HORARIA. Estas jóvenes, siempre volando. Seguro que se cree la Paloma de nuestra Trinidad. MINUTERO. Es verdad, nosotras tres formamos una Trinidad: Tres agujas diferentes y un sólo minuto verdadero. SEGUNDERO. Confundís a Dios con el tiempo. HORARIA. (Recriminando el mucho correr incesante de SEGUNDERO.) Como sigas así te vas a quedar... SEGUNDERO. Más delgada de lo que soy. Soy aguja y ni pincho ni coso. En todo caso enhebro un instante con otro. ¡Esa cuerda del reloj no me deja parar! Esa cuerda es una locura. Bueno, todo se acabó. Se acabó este minuto. He llegado a las doce. Tendré otro minuto por delante. Todo un minuto. Oscuro. Elena Buixaderas (Murcia, 1969) Demasiada oscuridad. No reconoces nada. La ciudad se muestra inaccesible, encerrada en sí misma te ignora. Sus ojos se han vuelto duros diamantes negros, hieren. Te observan desde un esqueleto desconocido de edificios ajenos. Han desaparecido sus brazos tibios. Esos cálidos huecos donde refugiabas tu soledad están repletos de otros cuerpos, otros jugos, otras savias. Recorres las calles aprisa hacia Náměstí Republiky. Las putas y los chaperos cruzan las aceras. Chulos y camellos se pasean con las manos en los bolsillos. Por las fachadas resbala la oscuridad de ámbar. La ciudad está manchada de orina y sangre, pero se ríe a carcajadas. Esa mano que te aferra el brazo y después busca un hueco entre tus piernas. Esos ojos gélidos que ya no te conocen y te atraviesan la piel con su indiferencia áspera. Y corres de nuevo. Retumban los adoquines de Na Příkopě y Národní Třída bajo la carrera frenética. Y cruzas el puente de la legión, sin ver, no quieres ver nada. Creías saberlo todo. Y ahora estás sentado con la cabeza entre las manos. Sobre la ribera desierta de la isla. La ciudad te habla en una lengua que no comprendes. O simplemente, calla. Ese deseo de gritar. Y el río tenebroso que se desliza a la orilla de tus pies. Demasiado silencio. 11 Václav Hrabě (Příbram, 1940- Praha, 1965) Ty Tú To není alej kaštanů které kvetou to není zástup andělů s mrtvou to je noc Modrá a bílá Na Vltavě zamrzly lodě a svatební kytice Esto no es una alameda de castaños en flor no es una procesión de ángeles con mirto es una noche Azul y blanca En el Moldava se han congelado los barcos y los ramos de novia Máš oči jako tabák A stromy na podolském hřbitově jsou cypřiše a stříbrné štiky Jednou jsi řeka: „Já si tě najdu.“ Je noc Modrá a bílá Kouř u stropu se chvěje jako tvoje ruce V bytě nad námi někdo poslouchá Händla slyšíš „Vodní hudba“ napudrované růže v téhle zimě to je ale nerozum že? Máš oči jako tabák Bojím se abych to všechno nezkazil nějakým překrásným gestem Tienes los ojos como el tabaco Y los árboles en el cementerio de Podolí son cipreses y lucios plateados Una vez dijiste: “Te encontraré” Es de noche Azul y blanca El humo en los tejados se estremece como tus manos En el piso de arriba alguien escucha a Haendel oyes “Música acuática” rosa empolvada en este frío vaya insensatez, ¿no? Tienes los ojos como el tabaco Temo estropearlo todo con algún hermoso gesto Až půjdeš zítra ode mne potkáš paní domácí jak se vrací s masem na neděli bude se divit že jsi tak mladá a už se touláš po nocích Pak si řekne že jsou tím stejně vinni komunisti „Podolí není Montmartre“ upozorní mě jemně inženýr z prvního patra Dáma v tramvaji se ušklíbne protože budeš hrozně moc vonět kouřem Cuando me dejes mañana te encontrarás a la portera que vuelve con carne para el domingo se extrañará de que seas tan joven y ya andes deambulando por las noches Luego dirá que la culpa la tienen igualmente los comunistas “Podolí no es Monmartre” me advertirá suavemente el ingeniero de primer piso Una dama en el tranvía hará una mueca porque olerás terriblemente a humo Bude ráno střízlivé šedé a moudré jako vlasy mého otce Málokdo si všimne že máš oči jako tabák Será una mañana sobria gris y sabia como los cabellos de mi padre Pocos se darán cuenta de que tienes los ojos como el tabaco 12 Diseño gráfico: Eufrasio Lucena Muñoz Luces de Bohemia